UNA PERSPECTIVA EVOLUTIVA 

«Quizás había música antes que palabras»

La música y el lenguaje son expresiones esencialmente humanas. Las mismas que tras miles de años de evolución genética y cultural de nuestra especie han dado lugar a una vasta gama de tipos y variedades, pero por debajo de esa variedad todas parecen sostenerse en fundamentos universales, comunes a todos los grupos sociales y culturales.

La posibilidad de crear y responder emocionalmente a la música, junto con la de mover nuestro cuerpo siguiendo un ritmo sonoro, podría ser tan antigua que quizá precediera al lenguaje. Langer y Mithen (1,2) sugieren que la música puede haberse originado como una forma de expresión cargada de emoción y sin palabras, una especie de “pre-lenguaje”.

Realmente no es posible ahora saber si el lenguaje dio lugar a la música o si por el contrario la música fue primero y luego vinieron las palabras.

Más aún ¿Quién puede asegurar que no aparecieron más o menos juntos durante la Revolución Cognitiva del Homo Sapiens, como dos ramas de un mismo tronco? Muchas teorías intentan explicar el origen y desarrollo de ambos elementos…En cualquier caso a mí personalmente me conmueve imaginar que en la música nuestros ancestros encontraron un medio de expresión de su mundo interior que no eran capaces de articular aún en palabras.

Pocos podrán argumentar en contra de que hay algo que se siente primitivo en la manera en que los sonidos arreglados de una forma particular pueden infiltrar nuestros ritmos corporales invocando el movimiento o modulando el estado de ánimo. Langer considera que uno de los primeros instrumentos musicales utilizado por nuestros ancestros fue la voz. El oído siempre está abierto y el sonido difícilmente puede ser evitado.

Desde el ritmo al que late el corazón materno en el que se vive y que luego se toca, pasando por los primitivos golpes de palos sobre superficies o de las propias palmas, el infante humano ha crecido siempre constantemente rodeado y respondiendo ante el sonidoElla argumenta que las voces al ser más variables y ricas que la simple percusión, eventualmente comenzaron a crear patrones y así desarrollaron las entrañables melodías de las canciones primitivas que se incorporaron a las celebraciones sociales (1) 

«Pocos podrán argumentar en contra de que hay algo que se siente primitivo en la manera en que los sonidos arreglados de una forma particular pueden infiltrar nuestros ritmos corporales invocando el movimiento o modulando el estado de ánimo»

 

Una idea interesante vincula el desarrollo de la música al lenguaje maternal (4), que lleno de énfasis tonal y ritmo, dirigido hacia el infante, es indispensable para el desarrollo del comportamientodel conocimientode las emociones y de las relaciones sociales de todos los sujetos. Tanto es así, que en el canto materno se registran las mismas bandas de frecuencia sonora que en las melodías de los compositores tradicionales. 

En los humanos el oído está naturalmente sintonizado para percibir voces, aunque es capaz de procesar muchas más frecuencias que las necesarias para comprender las palabras que nos decimos.  Una de las diferencias entre el cerebro de Homo Sapiens y el de los grandes simios es el incremento de volumen del área dedicada al procesamiento de la información que entra por los oídos 

 

MÚSICA PARA MI CEREBRO  

Neurobiología Musical

La música activa vías y regiones en el Sistema Límbico, asociados al aprendizaje, memoria, motivación y respuesta emocional. Cuando la disfrutamos y nos resulta estimulante se incrementa la liberación de Dopamina en los sistemas de recompensa cerebrales, condicionando que deseemos repetir la experiencia, lo mismo que cuando comemos algo que nos resulta delicioso, o cuando tenemos sexo (3)El experimentar la música llega a disminuir la sensibilidad al dolor, y hace que se liberen hormonas que generan bienestar y se disminuya el nivel de cortisol, la “hormona del estrés” (5).  Estudios de neuroimagen funcional muestran como la experiencia musical activa regiones cerebrales que también se encienden durante la concepción de pensamientos positivos y optimistas (6,7). Al escuchar música que nos emociona, se activan zonas del cerebro que también están involucradas en la cooperación entre personas, brindando una recompensa emocional inmediata, e inclinándonos a sentir empatía y considerar el contexto y las emociones de aquellos con lo que nos vincula, con frecuencia incluso sintonizándonos a un estado emocional común (3). En otras palabras, podría decirse que la música promueve el bienestar individual a la par que tiende un puente emocional entre las personas.

«La música promueve el bienestar individual a la par que tiende un puente emocional entre las personas»

 

BENEFICIOS PARA LA SALUD SEGÚN LA EVIDENCIA MÉDICA 

UN CEREBRO FELIZ HACE UN CUERPO SANO

Todo lo anterior se traduce en que la experiencia musical provoca intensos efectos en nuestro organismo cuya traducción a la salud ha sido motivo de estudio cada vez más detallado en las últimas décadas. La investigación biomédica sugiere que la música: 

 

1.- TE HACE MÁS FELIZ (7). 

2.- REDUCE EL DOLOR (8).  

3.- TE HACE CORRER MÁS Y MEJOR (9). 

4.- PUEDE MEJORAR LA CALIDAD DE TU SUEÑO (10). 

5.- REFUERZA LA MEMORIA Y EL APRENDIZAJE (11). 

6.- RELAJA A LOS PACIENTES ANTES Y DESPUÉS DE UNA CIRUGÍA (12). 

7.- MEJORA LA CALIDAD DE VIDA DE LAS PERSONAS CON DEMENCIA (13).  

8.- ESTIMULA LA INTELIGENCIA EN NIÑOS (14). 

9.- MANTIENE EL CEREBRO SALUDABLE EN EDADES AVANZADAS (15). 

 

IMPORTANCIA SOCIOLÓGICA

 

 La música conecta a las personas

Estudios biológicos, sociológicos y psicológicos sugieren que la música y su compañero el baile podrían haber jugado un papel muy importante en movilizar a los miembros de las comunidades ancestrales a la misma situación emocional (sinergia emocional), fomentando además la cooperación grupal y la coordinación de esfuerzos comunitarios, asistiendo así en el alcance de objetivos cada vez más ambiciosos (3). La música podría haber servido a tales propósitos y haber operado en nuestra especie acompañando al lenguaje, puesto que su disfrute ha estado exento de riesgos y de significados específicos que limitaran la experiencia, de tal manera que ha sido y sigue siendo capaz de conectar a personas de distintos ámbitos culturales, razas, religiones y preferencias personales en una actividad y una manera de sentir común, de una forma que ni siquiera el lenguaje es capaz de realizar.  La música y sus actividades sincronizadas (como la danza) son atributos fundamentales del ser humano, promotores de conductas sociales que fomentan la empatía y la cohesión cultural, y es mi deseo y esperanza el de que la humanidad continúe por siempre aprovechando sus beneficios para el bien común.

«La experiencia musical es menos limitada que el lenguaje, se vive sin palabras cuyos significados puedan dividir a las personas»

 

ALEJANDRO ACOSTA

 

 

BIBLIOGRAFÍA 

1.- Langer S. K. (1951) Philosophy in a New Key. Harvard University Press. [Google Scholar] 

2.- Mithen S. (2005) The Singing NeanderthalsWeidenfeld and Nicholson. [Google Scholar] 

3.- Harvey AR (2018) Music and the Meeting of Human Minds. Front. Psychol. 9:762. doi: 10.3389/fpsyg.2018.00762. 

4.- Trevarthan, C. (2008). The musical art of infant conversation: narrating in the time of sympathetic experience, without rational interpretation, before words. Music. Sci. 12(Suppl.), 15–46. doi:1177/1029864908012001021.

5.- Chanda, M. L., and Levitin, D. J. (2013). The neurochemistry of music. Trends CognSci. 17, 179–193. doi: 10.1016/j.tics.2013.02.007.  

6.- Sharot, T., Riccardi, A. M., Raio, C. M., and Phelps, E. A. (2007). Neural mechanisms mediating optimism biasNature 450, 102–105. doi: 10.1038/Nature06280. 

7.- Koelsch, S. (2014). Brain correlates of music-evoked emotionsNat. Rev. Neurosci. 15, 170–180. doi: 10.1038/nrn3666. 

8.- Dunbar, R. I. M., Kaskatis, K., MacDonald, I., and Barra, V. (2012). Performance of music elevates pain threshold and positive affect: implications for the evolutionary function of music. Evol. Psychol. 10, 688–702. doi: 10.1177/147470491201000403.

9.- Bigliassi, Marcelo; León-Domínguez, Umberto; Buzzachera, Cosme F.; Barreto-Silva, Vinícius1; Altimari, Leandro R.The Journal of Strength & Conditioning Research: February 2015 – Volume 29 – Issue 2 – p 305–314 doi: 10.1519/JSC.0000000000000627. 

10.- Harmat L1, Takács JBódizs RJ Adv Nurs. 2008 May;62(3):327-35. doi: 10.1111/j.1365-2648.2008.04602. 

11.- Benjamin P. GoldMichael J. FrankBrigitte Bogert, and Elvira Brattico1, Front Psychol. 2013; 4: 541. Published online 2013 Aug 21. doi10.3389/fpsyg.2013.00541. 

12.- Nilsson UJ Clin Nurs. 2009 Aug;18(15):2153-61. doi: 10.1111/j.1365-2702.2008.02718. 

13.- Thomas KSBaier RKosar COgarek JTrepman AMor VAm J Geriatr Psychiatry. 2017 Sep;25(9):931-938. doi: 10.1016/j.jagp.2017.04.008. Epub 2017 Apr 14. 

14.- Marie Forgeard, Ellen Winner, Andrea Norton, and Gottfried SchlaugPLoS One. 2008; 3(10): e3566. doi10.1371/journal.pone.0003566. 

15.- Brenda Hanna-Pladdy and Alicia MacKayNeuropsychology. 2011 May; 25(3): 378–386. doi10.1037/a0021895.