Esa sensación de que el corazón late muy rápido, o las palmas sudorosas, un estado de alerta y vigilancia constante ante el entorno, la imposibilidad de mantener la calma y quietud por mucho que lo intentas, o la dificultad para centrar las ideas: Eso es la ANSIEDAD.Es una respuesta normal que envía señales a tu cuerpo y le indica que existe un peligro, el problema es que ese peligro puede ser REAL o IMAGINARIO, y en los dos casos el impacto biológico que sobrellevas es el mismo.
No hay un solo día en la consulta de Neurología en que los distintos problemas de salud que atiendo no estén directa o indirectamente relacionados con la Ansiedad. El dolor de cabeza, el temblor, o el empeoramiento de los síntomas de un enfermo de Parkinson, todos ellos suelen estar ligados indisolublemente con la situación emocional.
El problema principal es que la gente se siente culpable y avergonzada porque su mundo emocional afecte su salud. Nos han educado con la idea de que eso es igual a ser débil, defectuoso, irresponsable, y “Anormal”. Estamos desesperados por ser normales, lo cual en nuestra sociedad quiere decir (entre muchas otras cosas) que debemos ser obligatoriamente felices todo el tiempo y sin interrupción, y que la tristeza sólo está justificada ante las grandes tragedias de la vida, y siempre por un período corto y oculta tras multitud de mecanismos de enmascaramiento.
Esto hace que la gente acuda al médico deseando que se le diga que el problema que experimenta es un desajuste puntual en sus mecanismos corporales, algo así como una bujía estropeada en el coche, un desperfecto que se resuelve rápido con el arreglo mágico, la pastilla.
No me malinterpretes, soy médico y creo en la farmacología y en el resto de intervenciones terapéuticas que utilizo a diario, las mismas que se sustentan en el método científico que atesoramos como guardián de nuestras verdades, sólo que entiendo que desglosar al sujeto en pedazos, separarlo de su funcionamiento social y sus mecanismos emocionales intrínsecos, no es más que poner pañitos de agua tibia a un malestar que no parará de crecer en tanto no se atienda en sus fundamentos primordiales.
Es maravilloso estar presentes, centrarnos en el presente, meditar, creo que tiene implicaciones sanadoras inmediatas y duraderas, que pocas otras condiciones pueden provocar, pero sé por mi propia experiencia personal y por la que me brinda a diario mi profesión, que para ese malestar crónico y profundo que cada uno va cargando y le enferma, no hay más solución que acudir al pasado y buscar las respuestas, por muy dolorosas que sean, de porque sufrimos como sufrimos. El camino no es fácil, y no siempre es posible transitarlo solos, por lo cual es fundamental reconocer para empezar que existe un problema, y a partir de ahí determinar si estamos en capacidad de solucionarlo sin ayuda de los otros, sean nuestros seres amados o profesionales de la salud.
Dicho esto, que repito una y otra vez a mis pacientes, a mis amigos, familia y demás seres queridos, quiero centrar este artículo en algunas cuestiones específicas para ayudarte a desmitificar el sufrimiento mental, y ojalá brindarte herramientas para conseguir el objetivo más importante en la vida a mis ojos: sufrir lo menos posible.
«El problema principal es que la gente se siente culpable y avergonzada porque su mundo emocional afecte su salud. Nos han educado con la idea de que eso es igual a ser débil, defectuoso, irresponsable, y Anormal»
Como te he contado, la ansiedad, mal llamada estrés para despojarla de su aura vergonzosa, es una respuesta absolutamente indispensable para sobrevivir, sin la cual ningún animal hubiese conseguido perseverar en el planeta. Sólo sucede que en ocasiones (y no son pocas) las amenazas que nuestra mente percibe y desencadenan las respuestas ansiosas, no son tan fiables como, digamos, las de un Ciervo cuando ve un Puma acercarse, y no por ello las menospreciamos, más bien, cuando la ansiedad te va restando salud, el peligro que tu cerebro percibe parece acechar en todos lados, y la sensación de miedo tiende a apoderarse de ti, ante situaciones de lo más habituales hasta volverse la norma.
Más concretamente (como me suelen pedir mis amigos que hable (ja ja ja)):
Si a lo largo de los últimos 6 meses, al menos la mitad de los días, has sentido:
Déjame que te aclare, que probablemente sufras un trastorno de ansiedad.
Si, es así, y no pasa nada, es una enfermedad, no es tu cupa, no puedes sacudírtela lo mismo que no puedes sacudirte una neumonía a fuerza de voluntad. Esto no quiere decir que estemos condenados, sino que tenemos que reconocerla para tratarla como tal.
¿Sabías que la gente sufre durante aproximadamente 10 años antes de pedir ayuda para su salud mental?
Imagínate, una década de tu vida sufriendo en soledad, negando la verdad, hasta que finalmente algo sucede y nos inclinamos por buscar soluciones verdaderas.
No dejes que este sea tu caso o el de alguien que amas, habla de tus emociones, exprésalas, es el paso más importante para que uno mismo o aquella persona a la que queremos, abramos nuestro mundo interior en búsqueda de lo que nos hace intrínsecamente humanos.
Esta es la primera respuesta de mucha gente al plantearles que quizás estén padeciendo de un trastorno ansioso. Y es importante que sepas que no siempre hay una causa específica reciente, ni tiene porque haber grandísimas dificultades prácticas en tu cotidianidad para que esta aparezca. La ansiedad es producto de una predisposición en nuestros genes asociada a nuestra experiencia vital, desde la infancia más tierna hasta el momento presente. Lo que suele pasar en muchos casos es que llevamos toda la vida compensando ese malestar con distintas estrategias, hasta que simplemente ya no es posible continuar. La mente y el cuerpo avisan de que no pueden seguir ese ritmo, y las dificultades en la vida de pareja, en el trabajo, en la familia, en los estudios, empiezan a apilarse.
La ansiedad en su expresión más básica, tal como la entiendo, no es más que una sensación de INTENSO MIEDO, y créeme que la conozco bien, vengo viviendo con ella desde que tengo uso de razón. Eso me ha llevado también a comprender que cuando uno tiene miedo la mente elabora escenarios en los cuales dichos miedos se cumplen, muchas veces de formas rocambolescas y exageradas, lo cual equivale a Catastrofizar.
NO SIRVO PARA ESTO
NADIE ME QUIERE
SIEMPRE HAGO DAÑO
SOY EL MÁS LENTO
SOY MALA PERSONA
NO VALGO PARA NADA
VOY A FRACASAR COMO SIEMPRE
ESTOY DESPERDICIANDO MI VIDA
Si la respuesta es sí, entonces has experimentado PENSAMIENTOS NEGATIVOS AUTOMÁTICOS, los mismos que aparecen producto de la Catastrofización. En la mente ansiosa estos pensamientos se apoderan de la actividad mental de tal manera que dejan poca cabida a cualquier otra forma de plantear las situaciones, y conviene entrar en ellos para entender que dicen de nosotros, de cómo nos pensamos y concebimos a nosotros mismos, en lugar de despacharlos sin réplica, si queremos hacer frente de verdad al sufrimiento.
Recuerda que no hay una separación real entre la mente y el cuerpo, simplemente al definirlas las hemos separado para poder estudiarlas mejor, pero uno no puede funcionar sin el otro y todo lo que acontece en nuestro organismo tiene un mecanismo y una repercusión MENTAL Y FÍSICA. Así que piensa que es posible que la ansiedad sea parte del problema si padeces:
«LOS FÁRMACOS ANSIOLÍTICOS SUELEN SER UTILIZADOS COMO TERAPIA DE CHOQUE, Y ESTÁN DISEÑADOS PARA CONSUMIRSE DURANTE PERÍODOS BREVES DE TIEMPO, PUESTO QUE TIENEN UN ALTO POTENCIAL DE DESARROLLO DE DEPENDENCIA, ADEMÁS DE QUE SU USO PROLONGADO SE HA ASOCIADO A MAYOR RIESGO DE DEMENCIA EN EDADES AVANZADAS»
Si bien hay muchos aspectos que pueden ayudarte a robustecer tu capacidad de sobrellevar esta condición, que colaboran con el restablecimiento de tu calidad de vida y de gestión emocional, y que sin duda te recomendamos que tomes en cuenta y pongas en práctica en la medida de tus posibilidades, recuerda que si sufres de un trastorno de ansiedad estos no serán suficientes para una recuperación real, si no los compaginas con la atención y tratamiento que recibirás de un profesional de la salud mental. Te dejamos aquí algunos de estos aspectos complementarios que, de paso, creemos de utilidad para todos y cada uno de nosotros como estrategia de fortalecimiento de la salud mental:
“Sólo hay una pequeña parte del universo de la que sabrás con certeza que puede ser mejorada, y esa parte eres tú”.
Aldous Huxley
Dormir es una función biológica tan importante para la salud como una dieta balanceada o hacer ejercicio.
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